miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pan Diario: Deuteronomio 6:7

Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
 Muchísima gente pretende educar a sus hijos sin una Biblia en la mano o en su casa.¡Educar un hijo sin la palabra de Dios! Dan ganas de sonreir al pensar en semejante pretensión y uno se reiría a carcajadas sino fuera que esto constituye una seria tragedia, demasiado prevalente en este desgraciado y triste mundo. Quizás usted mismo es de aquellos que han empezado a darse cuenta que hay algo de malo en las familias modernas. Parece desintegrarse ante sus ojos, en algunos casos hay una separación casi irreparable entre padres e hijos; en otros, discusiones entre los esposos; los jóvenes se ven desconcertados y confusos; aumentan los divorcios y cada vez hay mas huérfanos o niños abandonados que deambulan por las calles.
No debemos extrañarnos de ver este desastre de las estructuras familiares. No cabe duda que hay un sinfin de razones  para esta desgracia pero uno puede estar seguro que una de las principales causas de todo es  el olvido total de las enseñanzas divinas. Cuando uno deja de lado a Dios en sus cosas, no es de extrañar que también Dios deje de lado. Esto eslo que está sucediendo de manera creciente, el hombre tanto ha insistido en abandonar a Dios que Dios parece haber decidido hacer lo mismo.
No es de extrañar la decadencia de la estructura familiar. Dios, que organizó la familia, continúa teniendo interes en ella. Podemos hallar en la Biblia el mejor fundamento para que no se desintegre la unión familiar; podemos, y de hecho lo hacemos, gastar dinero en educar a nuestros hijos, pero si dejamos de lado a Dios y sus enseñanzas, nadie puede garantizarnos éxito alguno. Dios quiere que nos acordemos de sus enseñanzas al tener comunicación con nuestros hijos. Este mandamiento esencial para el bienestar familiar  está dirigido a los padres; son ellos quienes deben tomar en cuenta los grandes actos de Dios, sus majestuosos hechos y manifestaciones de poder. Si Usted es padre o madre, lo mejor que puede hacer es leerle a su hijo de los fascinantes episodios de la Biblia, ese es, por lo menos, el sabio consejo de Dios cuando dice "la repetirás a tus hijos". Esto sí es fundamento familiar sólido y seguro. Pero no se trata sólo de sentar al niño a escuchar el relato, sino que los padres son responsables de impartirles el significado. Dios tiene que revelarse a su hijo a través de sus palabras; si ese Dios es el centro de sus enseñanzas como padre, descubrirá dos cosas: la primera, que estará cumpliendo al pie de la letra los deseos del mismo Dios, y la segunda, verá un desarrollo saludable en su hijo, una compresión mas amplia de las realidades de la vida, un deseo mas ferviente de alcanzar valores morales.
Finalmente y por sobre todas las cosas, la instrucción que los padres den a sus hijos debe llevarlos a conocer a Jesucristo como único Salvador personal. Esta es la meta final, de toda instrucción familiar porque, bueno, esa es la meta del libro de Dios.
Bendiciones




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