jueves, 30 de septiembre de 2010

Pan Diario: 1 Pedro 4:14


Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.


Un cristiano puede ser vituperado en muchos sentidos. La palabra "vituperio", literalmente significa "afrenta", pero también se es vituperado cuando hay censura, cuando existe denostación. No hace mucho tiempo, en mi país, se produjo un debate en los distintos medios, por el matrimonio homosexual, dentro del cual se le pidió opinión a los distintos actores sociales. Causaba dolor, sinceramente, cuando los ministros evangélicos, de distintas denominaciones que se presentaban a los debates, eran rebatidos constantemente por los conductores de los mismos, negándoles la posibilidad de esgrimir argumento alguno; mientras que aquellos que estaban a favor del matrimonio gay, no eran practicamente interrumpidos en su exposición. Los periodistas llegaban a decirles a los ministros que sus predicaciones las dejaran "puertas adentro" de las iglesias, para aquellos que las quisieran escuchar.

Como dije, esta afrenta sufrida causaba dolor. Dolor porque la gente no quiere escuchar a Dios, dolor por ese rechazo hacia todo lo que tenga que ver con Dios o con la iglesia. Pero esto no puede desalentarnos en ninguna manera. Cierto es que a todos nos gusta caer bien y que nos quieran, pero también es cierto que no todos recibirán la verdad del evangelio y que esto no debe entristecernos.

El apóstol Pedro y todos aquellos que vivieron el primer siglo eran afrentados, no solo de palabra, sino también despojados de sus pertenencias y hasta de su dignidad de personas, sin embargo, el apóstol los alienta con estas palabras: sois bienaventurados, porque el Glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Recibamos también nosotros ánimo con estas palabras y sigamos adelante, confiando en nuestro Dios.